COLUMNA: Ciencia y Futuro
Política, información y redes sociales
Por Enrique José Chaires Velasco*
Las redes sociales se constituyeron como un espacio virtual natural de las personas a través del cual se logra la interacción, así como la convivencia digital y desde donde consiguen dos fines específicos en materia política electoral, como es el de informarse y expresarse. Esto les permite emitir el sufragio en las elecciones populares, a las cuales se suma la de la elección a los cargos judiciales, por lo que ahora estos escenarios digitales deben cumplir con la finalidad de ser la puerta para mantener a una ciudadanía democráticamente informada, pero no solo eso, para ejercer esa importante responsabilidad de elegir, la información que se comparte a través de estas redes debe ser de calidad, con la que se pueda valorar de manera eficaz las distintas opciones políticas que tomarán las decisiones desde el poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Sin embargo, estos objetivos que se comunican a través de las redes sociales en materia política y electoral son distintos para quienes no forman parte de la ciudadanía ajena a la práctica política, por lo que su análisis se clasifica en dos grandes grupos: a) instituciones de gobierno o públicas; y b) partidos políticos y candidaturas. Las primeras usan las redes sociales para informar, transparentar el ejercicio de sus funciones y garantizar el derecho de petición de la ciudadanía. El segundo grupo busca ganar elecciones, así, su tarea fundamental es persuadir y posicionarse, dejando de lado el tema de la información porque únicamente se trata de ganar y no perder, por lo que cualquier herramienta es válida para cumplir ese fin, e incidir en el voto a favor, salvo las restricciones constitucionales y legales.
Conforme a esto, las redes sociales son el escenario ideal para fortalecer la democracia y darle a la ciudadanía más y mejores canales de comunicación para informarse y opinar. Es decir, que, ante una amplitud de medios para recibir contenido político y electoral, las personas deberían contar con elementos que sirvan para emitir el voto informado. Sin embargo, suceden dos situaciones actuales en las redes sociales que vician el llegar a lo que parece la utopía del voto informado y se trata de la sobre exposición que tienen las personas en cargos públicos y que, en lugar de informar y transparentar el ejercicio de su función, persuaden y tratan de crear una imagen en torno a ellas que las lleve a catapultarse a otros escenarios políticos, lo cual no es del todo incorrecto, la problemática es lo que sucede en ese camino.
De esta forma, se crea una sobre responsabilidad en la ciudadanía, ya que no solamente debe informarse y aceptar lo que recibe, debe tener el filtro de saber cuál contenido es propiamente institucional y cual únicamente persuasivo y de convencimiento. Este hecho, cobra relevancia si se añade el uso de la inteligencia artificial y la generación de deepfakes, así como la proliferación de contenidos falsos e inexactos. Con todo este se requiere reflexionar con profundidad sobre el objetivo de la información vertida en redes sociales como mecanismo de información para la emisión del sufragio y si toda ella es generada justamente con un nivel de calidad suficiente para que las personas voten con conocimiento de causa bajo un espíritu democrático.
Así, la ciudadanía explora las redes sociales inundadas de una fecunda generación de contenidos de tinte político electoral que tienen el objetivo en muchos casos de construir carreras políticas, toda vez que el oficio político tradicional muta a la arena virtual. Con esto, las personas usuarias de las redes sociales juegan tres papeles: productoras, reproductoras o consumidoras de contenido. En el mejor de los casos, la ciudadanía debería acudir a votar habiendo analizado cada dato recibido, a lo que puede denominarse participación activa en sentido positivo ya que con los elementos adquiridos votan por una candidatura, partido político o coalición en particular. Además de una participación activa en sentido negativo, en la cual salen a emitir el sufragio, pero ante la insatisfacción anulan su voto, lo cual también es una forma de expresión. Por último, la participación pasiva, desde donde las personas interactúan en redes sociales, pero decide no salir a emitir el sufragio, a lo que se conoce como abstencionismo, el cual, al final, también presenta una forma de decisión política y donde se encuentra una gran mayoría de personas.
Por todo lo anterior, nos lleva a reflexionar y preguntarnos si ¿las redes sociales son la panacea para el acceso a contenidos político electorales de calidad y de acceso a una mayor participación política en las elecciones?
Para más información sobre el presente texto, puede consultarse el siguiente enlace:
*Profesor e investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Colima
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