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Salud mental y economía
Por Alejandro Bernal Astorga
Vivir buscando recortar gastos y tener ingresos suficientes para subsistir, cubrir el pago de servicios o pagar deudas, genera un desgaste físico y mental continuos, que se agravan al buscar trabajar más (teniendo menos tiempo para descansar) o al perder el empleo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la salud mental como un estado de bienestar que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, al desarrollar habilidades para aprender, trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora propia y de su entorno.
Entre las causas que afectan la salud mental de las personas se encuentran las económicas y estas pueden ser ocasionadas por factores internos y externos. Entre los internos destacan el tener una mala administración de los recursos, no poder trabajar o no querer trabajar lo suficiente; no ahorrar, ni prepararse o carecer de una cultura económica.
Entre los externos están las crisis económicas provocadas por el desempleo, la inflación, el alza en las tasas de interés o la caída del Producto Interno Bruto (PIB).
Es un hecho que este contexto afecta a la población, pero no con la misma intensidad; estudios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), muestran que, en México, la prevalencia de trastornos mentales tales como la ansiedad y la depresión, es mayor entre la población con menos recursos económicos.
Habría que considerar además cuatro factores significativos: en el primero, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), señala que la mitad de los mexicanos que nacen en condiciones de pobreza permanecen en la misma. Sólo el 4% de quienes nacieron pobres alcanzan el “sueño mexicano” y mejoran su condición de vida posicionándose en el segmento del 20% de la población con mayores ingresos.
La OCDE señala además, que la educación de calidad ha sido el detonante para que esto sea posible, de ahí la importancia de su cobertura y gratuidad.
En torno al segundo factor, el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO) afirma que, desde la óptica de la competitividad, la salud mental es clave para que cualquier persona aproveche su potencial, tenga mejor calidad de vida y sea más productiva. Desafortunadamente, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) señala que el ausentismo laboral asociado a padecimientos psicológicos representa una pérdida del 24% en la productividad de los empleados que los padecen.
El tercer factor tiene que ver insuficiencia presupuestal y al respecto el IMCO señala que entre 2013 y 2021, el ejecutivo federal solo asignó, en promedio, el 2.1% del presupuesto de la Secretaría de Salud para atender la salud mental de manera preventiva o correctiva.
El cuarto factor tiene que ver con la falta de profesionalización directiva en organizaciones privadas y públicas que deriva en la generación de un clima laboral adverso y consecuentemente de estrés, angustia y ansiedad por la asignación de cargas de trabajo excesivas, la carencia de capacitación e inducción para el desarrollo de las tareas asignadas o la inexistencia de perfiles, manuales de puestos y procesos para optimizar el desempeño laboral.
Cabe señalar que entre mayor sea la madurez emocional de las y los directivos, mayor será la estabilidad emocional de sus colaboradores, quienes aprenderán de su desempeño y liderazgo, incorporándolo a su toma de decisiones.
En este contexto, aumentar la prevención y atención oportuna de las enfermedades mentales sería una gran noticia. El reto está en tener los recursos públicos y las condiciones para lograrlo y que las y los mexicanos asumamos la salud mental como un derecho y hagamos lo que nos toca para cuidarla, como una obligación.
Editado por: Paulina Atanacio, con informacion de Alejandro Bernal Astorga
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