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Sin rumbo y sin idea: el Pumas de Juárez

Sin rumbo y sin idea: el Pumas de Juárez

Por Yeraldy Hernández

El Clásico Capitalino de este sábado 27 de septiembre, comenzó como un espejismo esperanzador para los Pumas y terminó como un golpe de realidad. El marcador 4-1 a favor del América no solo refleja la contundencia azulcrema en el segundo tiempo, sino también la fragilidad universitaria cuando la presión aumenta.

El primer tiempo parecía una historia distinta. Con un gol de Ruvalcaba que levantó el ánimo en el Estadio Ciudad de los Deportes y con un Keylor Navas en plan de figura, Pumas logró cerrar los primeros 45 minutos con ventaja mínima. El costarricense sostuvo el arco con atajadas de categoría, esas que justifican su nombre y trayectoria. A su lado, Pablo Bennevendo mostró solidez y entrega, mientras Ruvalcaba no solo anotaba, sino que marcaba diferencias con su juego. Era un equipo que, al menos por un momento, se sintió capaz de frenar al eterno rival.

Pero el inicio del segundo tiempo fue el principio del derrumbe. El América encontró rápido el empate y, con ello, se desmoronó la ilusión auriazul. Aunque Keylor, salvo el juego de todas las maneras posibles con sus grandes atajadas, los errores defensivos comenzaron a acumularse, el medio campo desapareció y jugadores como Pedro Vite o Aaron Ramsey, que debían aportar peso en la cancha, pasaron inadvertidos. En contraste, Alejandro Zendejas apareció como protagonista absoluto: su golazo fue símbolo de un América que jugó con determinación, mientras Pumas se hundía en su propia desconexión.

La memoria no perdona, y este resultado inevitablemente remite a otros Clásicos. No es la primera vez que América le da un golpe de realidad a Pumas: basta recordar aquel 6-1 en Liguilla del 2018, cuando los universitarios llegaron con ilusión y salieron abatidos en el Azteca. Sin embargo, no hay que olvidar que la historia del Clásico Capitalino también guarda capítulos gloriosos para los universitarios. Basta recordar el 4-1 del 2015 en el Estadio Olímpico Universitario, cuando Pumas devolvió la misma dosis hace 10 años con una exhibición contundente.

Aquellos triunfos de los universitarios en años atrás son prueba de que este equipo tiene la capacidad de imponerse en los clásicos, aunque en la actualidad parezca atrapado en su propia inconsistencia.
El contraste entre un primer tiempo ordenado y un segundo tiempo desastroso abre más preguntas que respuestas. En redes sociales, los aficionados no tardaron en señalar a Efraín Juárez como responsable del colapso. Y la exigencia es clara: ¿qué proyecto está liderando en Pumas?, ¿qué identidad busca darle a un equipo que hoy, frente al rival más odiado, mostró 45 minutos de vida y 45 de resignación?

La derrota en el Clásico no es un accidente aislado, es la consecuencia de una gestión que vive del nombre histórico del club y no de un verdadero plan deportivo. Efraín Juárez parece perdido en la banca y la directiva, ofreciendo sólo discursos vacíos. La afición ya no compra promesas: exige respuestas, exige un rumbo. Porque mientras América celebra con goles y certezas, Pumas sobrevive con excusas y nostalgias.

Y aun así, la tribuna universitaria no deja de cantar. Porque el amor a estos colores no entiende de derrotas ni de directivas. Los aficionados saben que si en 2014, 2015 y 2021 se pudo rugir más fuerte que el América, algún día volverán esas noches memorables. Hoy, esa esperanza parece lastimada, pero no muerta.

El mensaje es contundente: el gigante universitario no puede seguir siendo un equipo de 45 minutos. Si Juárez y la dirigencia no son capaces de reconocerlo, la tribuna lo recordará con gritos cada vez más fuertes. En el Clásico quedó claro: no basta con la mística, se necesita un proyecto. Y mientras tanto, la fe auriazul sigue latiendo, la diferencia es que la paciencia de la afición parece cada vez más corta.

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