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La Campana: caminar sobre la memoria de Colima

La Campana: caminar sobre la memoria de Colima

Por: Yeraldy Hernández

Visitar la zona arqueológica de La Campana, en Colima, es mucho más que recorrer ruinas antiguas: es caminar sobre la memoria. Los estudiantes de quinto semestre de Periodismo de la Facultad de Letras y Comunicación de la Universidad de Colima tuvieron recientemente la oportunidad de hacerlo, acompañados por su maestro encargado y un guía que, con paciencia y pasión, explicó cada rincón de este sitio que guarda siglos de historia, jerarquías y vida.

Entre las lecciones del recorrido, hubo una que trasciende las piedras: la diferencia entre difusión y divulgación. La primera, dirigida a pares: hablar entre iguales; y la segunda, pensada para el público general. Esa distinción, tan esencial en el quehacer periodístico y académico, cobra sentido cuando se pisa un lugar como La Campana. ¿De qué sirve el conocimiento si se queda encerrado en círculos especializados? Como bien diría Manuel Gándara, reconocido divulgador científico recomendado durante la visita, compartir el saber es también un acto de conservación.

Colima cuenta con más de 2,000 sitios arqueológicos, pero solo dos abiertos al público: El Chanal y La Campana. Esta cifra, que debería enorgullecernos, también nos interpela. ¿Qué tanto valoramos nuestro pasado? ¿Cuántas historias permanecen aún bajo tierra, esperando que las redescubramos?

Durante el recorrido, el guía compartió también algunos relatos que añaden un aire de misterio al sitio. Contó que en distintas ocasiones se han registrado sucesos paranormales en La Campana. Por ello, no recomienda realizar eventos con música o celebraciones dentro del lugar, pues considera que es un espacio sagrado, cargado de historia y energía, donde murieron muchas personas y el respeto debe prevalecer sobre la curiosidad.

La Campana debe su nombre a su forma, pero su verdadero sonido es el eco de una civilización que supo organizarse, construir drenajes pluviales y planificar su ciudad como un mapa, donde la altura marcaba el poder. Cada estructura, cada escalón, habla del ingenio y la jerarquía de sus habitantes.

Las zonas arqueológicas no sólo son patrimonio histórico; son también identidad y economía. Promueven el turismo, el orgullo local y la reflexión sobre quiénes somos. En tiempos donde lo inmediato parece dominarlo todo, visitar La Campana es detenerse, mirar atrás y comprender que la raíz también impulsa el futuro.

Colima no solo necesita preservar sus vestigios, sino divulgar su historia con voz propia. Porque mientras más personas conozcan su valor, más fuerte resonará esa campana que nos recuerda de dónde venimos.

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